El Cordobazo fue un gigantesco ensayo revolucionario de las masas que introdujo un cambio de calidad en la lucha obrera y popular de nuestro país. Un cambio tal que se puede decir que, después de él, nunca nada volvería a ser igual en la Argentina.

¿Qué fue el Cordobazo? Hace 53 años, la provincia mediterránea argentina fue escenario de una gigantesca pueblada, entre el 29 y el 30 de mayo de 1969, que marcó el principio del fin de la dictadura de Onganía, que estaba en el poder tras el derrocamiento de Illia en 1966. Córdoba, en esos años era un importante centro industrial, con miles de obreros del automotor, de Luz y Fuerza, metalúrgicos, etc., nucleados en grandes empresas, y con un nutrido contingente juvenil concentrado en escuelas secundarias y la universidad, muchos de los cuales -del interior provincial y de otras provincias- vivían en el Barrio Clínicas.

En 1969 nuestro país venía siendo sacudido por importantes luchas, que confirmaban lo que había indicado nuestro incipiente PCR, fundado un año antes, de que existía un polvorín de odio popular próximo a estallar bajo los pies de la dictadura.

“El Cordobazo del 29 de mayo de 1969 arrancó con un paro activo convocado por la CGT cordobesa frente a la decisión de la dictadura de Onganía de liquidar el sábado inglés. Fue precedida por asambleas del Smata, Luz y Fuerza, Dinfia, Fiat, etc., donde los obreros masivamente decidieron el paro y la movilización. A su vez, los estudiantes, en una asamblea con más de diez mil participantes, decidieron democráticamente su participación en el paro.

“Los obreros y los estudiantes, que venían protagonizando luchas y movilizaciones por las calles de Córdoba, sabían que iban a un combate y se prepararon para ello. En algunas fábricas a través de los cuerpos de delegados, jugando un importante papel las agrupaciones clasistas, se armaron bombas “molotovs”, se juntaron piedras y también algunas armas. En el Barrio Clínicas, donde vivían miles de estudiantes que venían del interior y de otras provincias, a través de delegados por manzana y por cuadra organizaron sus fuerzas. La policía había montado un gran dispositivo para frenar la movilización.

“En distintos puntos de la ciudad comenzaron los enfrentamientos. En el choque de la columna de Santa Isabel con la policía, cae asesinado el obrero Máximo Mena. Al correrse la noticia, crece el odio y la masividad. Se multiplican las barricadas. Las columnas obreras combaten palmo a palmo con la policía. Los estudiantes ocupan y se adueñan del Barrio Clínicas. A las 13 horas, la policía se retira derrotada hacia el Cuartel Central. Los obreros y el pueblo de Córdoba quedaron dueños de la ciudad.

“El combate de las masas, principalmente de las empresas de concentración proletaria, con un gran papel de los cuerpos de delegados y comisiones internas donde participaban activamente las fuerzas clasistas y la emergente izquierda revolucionaria, desbordó la política burguesa.

“El Cordobazo fue un gigantesco ensayo revolucionario de las masas que introdujo un cambio de calidad en la lucha obrera y popular de nuestro país. Un cambio tal que se puede decir que, después de él, nunca nada volvería a ser igual en la Argentina.

Apenas producido el Cordobazo, se abrió el debate entre los revolucionarios y en el movimiento obrero, centrado en ¿qué le faltó al Cordobazo? Para las organizaciones terroristas faltaron quinientos guerrilleros urbanos. Para las fuerzas reformistas, un acuerdo con las grandes fuerzas burguesas y la “comprensión” de Onganía.

“Y para el incipiente PCR se afirmó la necesidad decisiva de que el proletariado tenga su partido de vanguardia para triunfar. Estudió esa experiencia de masas, analizándola a la luz del marxismo-leninismo. Trató de aprender de las masas, de analizar las formas de lucha y organización que las propias masas han encontrado, formas que bocetan el camino de la revolución en nuestro país. Valorando, en ese proceso de democratización del movimiento obrero, el papel de los cuerpos de delegados y su posible transformación en órganos de doble poder en momentos de crisis revolucionaria.

“La corriente clasista revolucionaria, incipiente en 1969, fue creciendo y retomando gloriosas tradiciones del proletariado. Nació en DINFIA, tuvo su desarrollo en Perdriel, luego en Santa Isabel, y alcanzó su máxima expresión con el triunfo de la lista Marrón en el SMATA de Córdoba, que significó la recuperación del mismo por un frente único en el que tuvieron una participación destacada obreros clasistas revolucionarios junto a obreros peronistas, radicales y de otras corrientes, y que fue dirigida por nuestro Partido (los camaradas César Gody Álvarez, secretario del Partido de Córdoba, y René Salamanca, posteriormente secuestrados y desaparecidos por la dictadura videlista, son parte fundamental de esa experiencia).

“Se inició así un proceso de democratización sindical no conocido anteriormente en el país (con permanente consulta a las masas, con un elevado papel de los cuerpos de delegados, con rotación de los dirigentes en sus puestos de trabajo, con una línea de unidad obrera y de unidad con el campesinado pobre y el pueblo, etc.). El ascenso del movimiento obrero en las ciudades influyó sobre el campo y despertó a la lucha a masas de miles de obreros rurales y campesinos pobres y medios, surgiendo y desarrollándose rápidamente las ligas agrarias, particularmente en el Noreste, y las ligas tamberas y chancheras en Córdoba y Santa Fe. Las Ligas agrarias del Noreste, conformadas mayoritariamente por campesinos pobres, se destacaron por su masividad y por su combatividad.

“A su vez, las luchas de los estudiantes dirigidos por el PCR, que ya había tenido un papel importante en las jornadas previas al Cordobazo –particularmente en Corrientes y en Rosario–, continuaron desarrollándose junto a la clase obrera y el pueblo en históricas puebladas.

“Las gigantescas luchas populares deterioraron a la dictadura, obligándola a retroceder. Creció la resistencia burguesa y crecieron las distintas expresiones políticas de la pequeñoburgesía radicalizada, algunas de las cuales adoptaron el terrorismo como forma principal de lucha”. (Programa del PCR)

Del Cordobazo a la recuperación del Smata

Roque Romero, quien fuera secretario adjunto del Smata Córdoba que encabezó Salamanca entre 1972 y 1976, contó hace unos años, en palabras sencillas, cómo fue el crecimiento de esa corriente clasista revolucionaria, y en particular el papel de René Salamanca: “En esos años uno no llegaba a entender tan a fondo qué es lo que está haciendo, qué es lo que significó eso. Recuerdo que íbamos a una reunión con René y cuatro compañeros, pasamos por Smata, y a René se le ocurre decir: ‘yo voy a ser secretario general de ese gremio’. Se imaginan cuál fue la reacción nuestra, era el gremio más grande: los cuatro tipos, jua jua jua, y él dijo: ‘¿de qué se ríen?’, ‘pero hermano ¿vos te crees que te van a dar un gremio de estos, aunque vos le llenes una mesa de punta a punta con votos nuestros? ¡Te patean las urnas!’. Eso, agrega Roque, muestra “la diferencia que había de René con todos nosotros, él valoraba el Cordobazo. Porque esa gente que tenía que elegir la dirección del Smata, esa gente organizó el Cordobazo. Y no era un simple hecho, es lo que hizo que la gente, cuando tuvo que votar, sin tener nosotros la posibilidad de ser tan públicos, porque estábamos laburando, no podés andar a la salida, en el comedor meta agitar, porque sabes cómo te sacan ¿no?, por eso digo yo que el Cordobazo es lo que permitió la elección del Smata Córdoba”.